Último Incontable subido o pan a las seis de la mañana




lunes, 8 de noviembre de 2010

Nombres y El recogedor de sal


'' (...) No entiendo la facilidad de los extranjeros para llamarse unos a otros sin asomo de temor, lo cual no sólo es una falta de respeto, también puede ocasionar graves peligros. He notado que esas personas hablan con la mayor liviandad, sin tener en cuenta que hablar es también ser: el gesto y la palabra son el pensamiento del hombre''.

Walimai, Cuentos de Eva Luna, Isabel Allende

Nos acostumbramos a nombrarnos, como si no importara. Pero importa. Y puede ser muy íntimo, y muy cercano, y muy simbólico cómo lo hagamos en según qué situaciones. Cuando tu madre se enfada, dice siempre Guillermo en lugar de Guille. Cuando estáis solos, él y tú, y entonces dice algo y después de esa frase va una coma, y después de la coma Tu nombre, entiendes que no podría haber dicho nada mejor que eso, que es una forma de insistir en que te está hablando a Tí, solo a tí, a tí en concreto. Cuando dices Irene me estás diciendo a mí. A mí. Sí, puede ser algo invasivo, pero no se me ocurre ninguna palabra mejor para que me nombres.

Ahora, hazte un ovillo. Olvídate de ti, del mundo. Olvídate de todo y vuelve a esas sábanas de cuando eras niña, a ese miedo a la oscuridad y a ese: ''mamá, quédate un rato''. Haz como que eres capaz todavía de creer en los cuentos, y deja que te cuenten pequeñas mentiras, déjame que te cuente.


''Todas las mañanas, antes de dar una vuelta por las salinas, el recogedor de sal deja a su hijo pequeño en un charco de mar, en un pequeño ojo de luz que el mar ha dejado tras de sí al apartarse. Y durante todo el día el hijo del recogedor de sal chapotea al sol. Comienza, todas las mañanas, explorando su pequeño universo en lo alto, que todas las mañanas es el mismo pero que hay que redescubrir sin cesar. Intenta atrapar un cangrejo rojo que se precipita a su guarida, recoge una concha plana, se sienta, y como cada mañana la utiliza para comenzar a cabar con mucho cuidado. Hace deslizarse el agua arenosa entre sus manos.


Sólo para él, solo por un instante, construye un castillo de arena repleto de una horda de soldados y de aventureros, y el oro de la arena y el agua cae por los dedos del pequeño, el hijo del recogedor de sal. Y aquí esta, rey, aquí está príncipe del reino de la sal, dispuesto a escuchar las historias de todos los viajeros, de todos los marinos de piel ajada por el sol y ojos hinchados como las velas de sus naves (...)''



Foto: cuadro de Peter Goode



3 comentarios:

Anónimo dijo...

Hoy, 21 de diciembre escucho vuestro "Incontable", leo la entrada que dice que somos "dejaos" y siento que tengo que haceros saber que es solo dejadez, que se oye lo que decís.

incontables dijo...

Mejor que una carta escrita a mano en el buzón. Aún mejor, de verdad, porque tu comentario ha sido como una carta escrita a mano en el buzón de la casa vieja en la que ya nunca nos quedamos a dormir. Y ahora tengo ganas de venir a seguir pintando las paredes.

gracias, tú.
(irene)

ReyArturo dijo...

Hola, Incontables,
Gracias por subir estos maravillosos audios desde el reino de las palabras.
Un humilde ReyArturo os da de nuevo la bienvenida a Camelot ahora desde las 23:30h.
Muchas gracias y un beso a las dos.

http://www.camelotradio.es/page36.php